viernes, 14 de septiembre de 2018

El milagro

Hoy desperté y el primer pensamiento que vino a mi mente fue: ¡Estoy viva! Suena como un cliché pero en ese momento me di cuenta del gran milagro que es estar viva.
Soy paciente oncológico, estoy en tratamiento con quimios y el día de hoy estoy viva y eso significa una infinidad de oportunidades para ser y hacer.
Abrí los ojos y me di cuenta que de mí dependía cómo y qué iba a hacer con este milagro.
Podía empezar mi día y enfocarme en todo lo negativo, en todo lo que NO:
-No tengo mucha energía. Por el momento no tengo una vida normal, no tengo cabello, estoy en quimios y no me siento bien, hay momentos en que no es fácil, tengo efectos secundarios de los tratamientos, no me siento comprendida….
Pero… también existe la posibilidad de enfocarme en lo positivo, en todo lo que SÍ:
-Hay personas me acompañan y me apoyan, tal vez no entienden totalmente todo lo que vivo pero hoy están, hay alguien que me escribe, que me procura, alguien que despierta junto a mí… personas que están aquí y están vivos y son un milagro. Tengo un par de manos, tengo ojos, piernas……tengo malos días ¡pero TENGO DÍAS! Estoy en quimios, pero eso significa que tengo una oportunidad de luchar y vivir un tratamiento que me va a sanar, estoy cansada pero puedo terminar un libro pendiente, o volver a ver mi película favorita…
Así que hoy al despertar y darme cuenta de que estoy viva, encontré y entendí el secreto: Puedes tener cáncer o puedes estar sano, puedes ser millonario o pobre, lo que hace que la vida sea un milagro es que te des cuenta de que tú eres el milagro y que en ti está la capacidad de verlo, creerlo y crearlo!!!

¿Cómo enfretamos lo que nos toca vivir?

Son tantas las cosas que se reajustaron en mi vida cuando me dieron el diagnóstico de cáncer y cuando empecé los tratamientos. Tuve que re acomodar, re planear, re escribir, cuestionar, enfrentar. El cáncer ha venido a desafiarme en todos los planos de mi existencia:
• Físico,
• mental,
• emocional, 
• espiritual…
Son muchos los cambios, las pérdidas, las emociones, los pensamientos que se viven en el día a día con el cáncer que entre tanto movimiento, al final uno tiene que aprender a aceptar el proceso que se tiene que vivir.
Cuando se recorre este camino del cangrejo, no queda más que respirar profundo, afrontar la situación y comprender que hay circunstancias que no podemos cambiar, pero lo que sí podemos hacer es cambiar la manera en que enfrentamos esas circunstancias.
Mi vida ahora es diferente, tuve que adaptarme a los cambios que me trajo el cáncer, pero hay algo que he entendido y que todos los días me repito: en mí esta poder vivir esos cambios de la mejor manera posible. Hay hechos que no puedo evitar, pero sí puedo ponerme un sombrero, sonreírle a la vida y aceptar que ante aquello que no puedo cambiar sí puedo decidir cómo vivirlo.

Un mal día

Hay días durante el tratamiento en que como cangrejo necesitas guardarte en tu caparazón para recuperarte y tomar fuerzas, a veces me pasa que estoy harta y cansada de sentirme cansada, hay días que con todos los malestares y cambios físicos no me aguanto ni yo y solo quiero estar en silencio, acostada, no moverme, esperar a que todo pase, considero que estos días son necesarios. Antes me sentía culpable por tener días malos, sentía que no estaba dando batalla o que no me esforzaba lo suficiente, ahora con el tiempo he entendido que estos días difíciles sirven para liberar la presión de todo lo que se vive durante un tratamiento de cáncer y que son necesarios para poder agarrar fuerzas y seguir y que la “olla exprés” no explote.
Los días malos son parte de la vida y hay que vivirlos, llorar si se quiere llorar, gritar si se está enojado, no ver a nadie si no se tiene ganas, no es nada fácil vivir con cáncer y está bien hacerse el camino ligero y tener fe y echarle ganas, pero también está bien sentirse de la patada y enojarse y llorar y sacar toda esa mezcla de emociones por la que estás pasando. Así que cuando llegan esos días lo que me ha funcionado a mí es:
-Reconocer que es un mal día.
-Informarle a las personas que conviven conmigo que estoy pasando un mal día y qué es lo que necesito de ellos en estos momentos. Creo que es muy importante poder tener esta comunicación, a veces los familiares no saben qué hacer o cómo actuar ante una crisis de emociones del paciente durante el tratamiento, es normal que traten de levantarte, echarte porras o incluso decirte que no te estas esforzando y lo que tiene la intención de ser una ayuda a veces hace que las cosas sean más pesadas, así que si es un mal día trato de ser clara y expresarle a los que me acompañan lo que necesito, les digo cosas como: hoy es un mal día no necesito porras, no necesito que me digas que la guanábana ayuda al cáncer, no necesito que me digas que Dios manda las peores luchas a sus mejores guerreros, necesito que me abraces, necesito que solo me escuches, o necesito estar sola…
-Vivo y experimento todas las emociones que estoy sintiendo, lloro, grito, pataleo.
-Después de llorar hacer catarsis y berrinches, me consiento: como algo que me gusta, veo una película, me doy un baño de agua caliente, me arreglo, me relajo y ahí es cuando me doy cuenta que la presión ha disminuido que me empiezo a sentir más tranquila y ligera. Y que un mal día no significa que todo está mal, que un mal día es un respiro para agarrar fuerzas, que un mal día no es darse por vencida, ni rendirse, un mal día es algo natural y necesario y un mal día termina y al día siguiente es un nuevo día para comenzar.