viernes, 14 de septiembre de 2018

Un mal día

Hay días durante el tratamiento en que como cangrejo necesitas guardarte en tu caparazón para recuperarte y tomar fuerzas, a veces me pasa que estoy harta y cansada de sentirme cansada, hay días que con todos los malestares y cambios físicos no me aguanto ni yo y solo quiero estar en silencio, acostada, no moverme, esperar a que todo pase, considero que estos días son necesarios. Antes me sentía culpable por tener días malos, sentía que no estaba dando batalla o que no me esforzaba lo suficiente, ahora con el tiempo he entendido que estos días difíciles sirven para liberar la presión de todo lo que se vive durante un tratamiento de cáncer y que son necesarios para poder agarrar fuerzas y seguir y que la “olla exprés” no explote.
Los días malos son parte de la vida y hay que vivirlos, llorar si se quiere llorar, gritar si se está enojado, no ver a nadie si no se tiene ganas, no es nada fácil vivir con cáncer y está bien hacerse el camino ligero y tener fe y echarle ganas, pero también está bien sentirse de la patada y enojarse y llorar y sacar toda esa mezcla de emociones por la que estás pasando. Así que cuando llegan esos días lo que me ha funcionado a mí es:
-Reconocer que es un mal día.
-Informarle a las personas que conviven conmigo que estoy pasando un mal día y qué es lo que necesito de ellos en estos momentos. Creo que es muy importante poder tener esta comunicación, a veces los familiares no saben qué hacer o cómo actuar ante una crisis de emociones del paciente durante el tratamiento, es normal que traten de levantarte, echarte porras o incluso decirte que no te estas esforzando y lo que tiene la intención de ser una ayuda a veces hace que las cosas sean más pesadas, así que si es un mal día trato de ser clara y expresarle a los que me acompañan lo que necesito, les digo cosas como: hoy es un mal día no necesito porras, no necesito que me digas que la guanábana ayuda al cáncer, no necesito que me digas que Dios manda las peores luchas a sus mejores guerreros, necesito que me abraces, necesito que solo me escuches, o necesito estar sola…
-Vivo y experimento todas las emociones que estoy sintiendo, lloro, grito, pataleo.
-Después de llorar hacer catarsis y berrinches, me consiento: como algo que me gusta, veo una película, me doy un baño de agua caliente, me arreglo, me relajo y ahí es cuando me doy cuenta que la presión ha disminuido que me empiezo a sentir más tranquila y ligera. Y que un mal día no significa que todo está mal, que un mal día es un respiro para agarrar fuerzas, que un mal día no es darse por vencida, ni rendirse, un mal día es algo natural y necesario y un mal día termina y al día siguiente es un nuevo día para comenzar.

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