Ayer platicando con una gran amiga y maestra me dijo: ¡Aprende a recibir preciosa!
Y estuve pensando todo el día ¿cuánto nos cuesta a veces recibir?
Antes del cáncer me costaba mucho más el recibir y aunque parezca contradictorio mi cáncer me enseñó a merecer. Me ha enseñado a pedir ayuda y a recibirla, me ha enseñado que las bendiciones llegan de diferentes formas, canales, maneras y que lo más importante es que estemos dispuestos a recibirlos.
No quiero romantizar la enfermedad, por qué no voy a negar que me he preguntado
¿por qué a mí? ¿por qué tuve que perder mis senos tan joven, ¿porque no pude ser mamá? ¿por que mis preocupaciones son los marcadores tumorales en vez de que ropa me voy a poner para ir a una fiesta? ….
Pero a pesar de todo lo que he perdido con el cáncer, del otro lado de la balanza he recibido tanto….que se convierte en eso que hace que se equilibre el dolor y que a pesar de que hay veces que quiera tirar la toalla, a pesar que hay veces que siento que esto nunca va acabar y estoy cansada, todas las bendiciones que recibo son la gasolina que me inyecta de ganas y me dan fuerza para mis días difíciles.
Me siento inmensamente cobijada e inmensamente querida por todos los que me han acompañado en mi camino del cangrejo y que me han dejado compartir lo que soy, ayudándome así a resignificar mi dolor y sanar. De verdad les digo que han sido un sostén en los momentos que tambaleo.
Recibo todo su cariño y apoyo con mucho amor, humildad y agradecimiento, deseando que sus corazones se llenen de gozo, que se permitan sentirse plenos y dichosos que el universo los bendiga siempre!
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