viernes, 6 de agosto de 2021

Lugares rotos

 

A tres años de esta foto, la veo y lo único que pienso es que definitivamente el dolor tiene fecha de caducidad.
Recuerdo que el día en que la saqué, me sentía muy mal, tanto física pero sobre todo emocionalmente. Estaba en pleno tratamiento de quimios y todo se sentía tan incierto y vertiginoso.
Recuerdo haberme visto en el espejo, sin cejas, sin cabello, demacrada y no reconocer a la persona que estaba reflejada ahí, recuerdo haber llorado mucho, lloré por la Yahel que no podía encontrar en ese reflejo, lloré porque sentía mucho miedo, lloré porque sentía que lo estaba perdiendo todo y después de llorar decidí levantarme, arreglarme, darme ánimos y hacer las paces con la Yahel que estaba del otro lado del espejo.
El día de hoy al ver esta foto solo puedo pensar en lo mucho que me ha cambiado el cáncer, en cómo la persona que soy ahora es tan distinta a la que empezó su “Camino del cangrejo” en el 2017 y como realmente esa Yahel que tanto buscaba en el reflejo dejó de existir y cambió a la Yahel que ahora soy.
Una Yahel mucho más madura, mucho más centrada, mucho más fuerte, menos temerosa, menos insegura, más decidida y con más ganas de darlo todo por la vida.
También una Yahel mucho más consciente de que la vida es dual y agridulce, esa ha sido una de las grandes lecciones de esta transformación porque el cáncer es así de contradictorio, me ha dado momentos de gran entendimiento, crecimiento y emoción y me ha dado los momentos más tristes, dolorosos, solos y agotadores. He entendido que la vida a veces te rompe pero que siempre te da la oportunidad de florecer en los lugares rotos.



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