El primer domingo de junio es el día mundial del sobreviviente de cáncer.
Yo siempre he creído que sobrevivientes somos todos los que hemos recibido un diagnóstico y nos hemos enfrentado a él, ya sea que estemos en remisión, sigamos en tratamiento o como varias personas que he conocido en este camino que ya han trascendido.
Todos somos sobrevivientes, porque ser sobreviviente se trata de cada día en que te levantas con un cuerpo cansado con secuelas y efectos secundarios y aún así sigues, ser sobreviviente es lidiar con el miedo en cada piquete, cada estudio, cada resultado, ser sobreviviente es aprender a vivir al día en todos los sentidos, confiando en que Dios proveerá aunque haya veces que no veas ni por dónde.
Ser sobreviviente debería de ser reconocido como una virtud por que vivir con esta enfermedad te enseña que la vida es tan fugaz que no vale la pena no aprovecharla, que no vale la pena vivir enojado, vivir complicándose…
Ser sobreviviente es mostrar con orgullo las cicatrices que van apareciendo en el Camino porque ser sobreviviente es reconocerte, reconstruirte y amarte cada día.
La mayoría de las veces ser sobreviviente te cambia para bien, te enseña lo fuerte que eres. Al cáncer no solo le sobrevivimos los pacientes si no todas las personas que de cerca nos acompañan que también desde el día del diagnóstico han tenido que usar sus recursos para ser nuestro sostén y gasolina cuando se nos acaban las fuerzas, sobreviviente es mi madre, mi marido, mis amigas, mi familia...
Sobreviviente somos todos aquellos que a pesar del cáncer entendimos que la supervivencia se trata de hacer de cada uno de los momentos que tenemos una SUPER-vivencia.
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